27/02/10

¿Dónde quedó mi entusiasmo?

Recuerdo cuando recién se estrenaba internet donde ahora estoy sentado. Mi pecho ardía de ganas, era puro entusiasmo, había un universo vasto, amplio, para explorar…

No puedo seguir culpando a las pastillas esas de las que tanto he hablado. Debe haber otro motivo por el cual mis ansias hayan caído hasta el suelo.

¿Será el plagio una de las razones? Pues así es, varios de mis posts de mi otro blog fueron “copypasteados” vilmente en algunos sitios, como Taringa. Claro, hubo quien me dijo que eso era un honor (?)... que porque es llamativo o valioso lo copian ahí.

Bah, ¡qué honor ni que ocho cuartos! Lo único que hacen esos tipos es luchar por obtener unos míseros puntos por copiar información modificándola un poco para que no se note tanto la copypasta. Así son.

Al comienzo me sentí muy mal, luego fui observando detenidamente el comportamiento de la blogósfera en torno al asunto.

La mayoría trataba el tema con pinzas argumentando que era como tratar con monstruos come carne; “una lucha sin sentido” decían otros.

Pero yo me pregunto: ¿de qué sirve tanto esfuerzo, las luchas con el html y el css, el tiempo que se gasta uno modificando imágenes con Paint.NET (por no decir Photoshop u otro por el estilo), el quebradero de cabeza que es idear un post que no sea repetido y que no vaya a perderse entre la inmensidad de posts repetidos entre tantos de por ahí, si al final te van a robar el contenido?

Pero no sólo es eso lo que me robó las ganas.

Una psicóloga una vez me dijo algo que sonaba como “asocial”. Me dolió como una cachetada. Duele decirlo pero hay que decirlo: toda esa parafernalia social me está ahogando…

La psiquiatra me dijo que de inmediato abandonara Orkut, Twitter, y toda las demás yerbas sociales por el estilo, que haga “amigos en la vida real”

Pero al final, lo único que hago es repetirme a mí mismo lo solo que me siento, y si no fuera porque a las lágrimas se las lleva los antidepresivos estaría ahogado en un mar de desconsuelo.

No hay caso… No sé si seré yo nomás o qué pero esa sensación de vacío que siento sea en Twitter, sea en Orkut, o sea en cualquier brebaje social de esos es igualita a la que siento cuando, por ejemplo, vienen de visita mis ex compañeros de colegio, o cuando voy de visita al interior del país, es igualita a la soledad que siempre me acompaña.

Normalmente lleno ese “vacío” descargándome escribiendo mis sentimientos en papel, o más últimamente en este blog.

Leyendo por ahí descubrí que escribir en blogs aumenta la generación de dopamina en el cerebro, lo que hace que una persona se sienta bien, más aún cuando recibe comentarios de aprobación o de demostración de que estaba interesado y que leyó lo que uno escribió.

Pero resulta ser que los medicamentos que tomo bloquea la dopamina, o sea un feroz WTF! de proporciones astronómicas.

Los pocos que leen este blog sabrán que mi libro favorito entre tantos otros que he leído es El Principito. Y justamente en él, en uno de aquellos capítulos que quedaron grabados en mi memoria, es que el Zorro le demuestra que su rosa es única en el mundo, a pesar de que hay miles, millones de otras en un jardín

Podría usar esa metáfora con mis blogs...
El Principito en un jardín de rosas
Mi blog es único en el mundo. Mis escritos no los saco de otro lado, los saco de mi corazón.
Cuando escribo tanto en este como en el otro blog lo hago con todas las pocas ganas que me dejan esas pastillas.

A mí me gusta mi blog. Por eso mi blog es único, porque me gusta. Pueden decir lo que quieran, que los colores no son bonitos, que no valida el código html ni el css, que se ve horrible en IE y un sinfín de cosas por el estilo pero está en línea, y lo mantengo en línea con amor y dedicación.

Sé que tal vez mi entusiasmo de antes ya se fue al tacho, que la dedicación no es tan notoria al publicar sólo un par de posts al mes, pero estoy acá, tratando de levantarme.

¿O me dirán que eso no es lo importante?

Aunque aparentemente era verdad eso de que ya nada es como antes...

Imagen: del libro El principito