23/07/09

La destrucción de mi mundo interior

El espacio infinito y la nada rodea un centro. Difícil es la entrada, ya que por los ojos yo entro, tan difícil como entrar por una ventana cerrada que soldada está a la noche constelada.

Los ojos, las ventanas del alma, entrada a mi mundo interior, si se tiene la llave... en realidad sólo una pudo entrar pues nadie sabe como la llave encontrar...

Más esa chica al entrar, sólo trajo destrucción, caos y desolación....

Los escombros se levantan amontonados junto con el polvo seco que se esparce cuando sopla el ábrego, que aviva las llamaradas del incendio inmarcesible... La pesadez del aire enrarecido, la oscuridad cortada por el fuego, los pedazos de lo que quedan de edificaciones imponentes, ruina total del septuamundo...

¡Oh, dimensión perfecta, la séptima dimensión, mi mundo interior, totalmente destruido!
En el centro, rodeado de "la nada" y del "vacío" se hallaba el septuamundo. Lo veía como un verde lugar, similar a un disco gigante.

Con árboles, mariposas, campos de pasto y flores matizadas de omnicolor belleza... el mismísimo paraíso.

Estaba sostenido en su base por siete grandes pilares (que representan los aspectos más relevanes de mi persona)

Yo estaba justo en el medio del círculo, caminando en sobre las transparentes aguas de aquel precioso lago.

Junto a mi, una niña de vestido rosa y blanco. La niña creció y su sonrisa murió repentinamente... Tenía la mirada más fría que jamás nadie pudiera imaginar... En su mano un mazo grande, en la otra una guadaña... Arrojó la guadaña y ésta se fue a parar a la base de uno de los pilares, quebrantando su equilibrio, porque lo partió a esa altura de un tajo.

Todo parecía moverse en cámara lenta. Veía cómo el pilar se desplomaba y caía lenta mente desbaratándose en el camino de su caída... y al tocar el suelo... un gran terremoto!, la tierra se abrió bajo mis pies, grietas profundas de abismos insondables, llamaradas intensas que salían de las mismas, explosiones gigantescas y más temblor de tierra. Los pilares que quedaron empezaron a agrietarse.

La energía liberada por su destrucción era tal que guijarros empezaban a elevarse del suelo y quedaban flotando y caían luego de unos segundos.

Con el mazo, empezó a golpear el siguiente pilar, y el otro, y otro más... los hacía polvo, los derrumbaba... Todo el seputamundo se volvió un infierno, rocas incandescentes, fuego, el lago se secó, terremotos, destrucción, todo vuelto escombros, todo convertido en ruinas y cenizas.

Sólo quedaba un pilar... Hice todo lo que puede para evitar que también lo destruyera.

Me vi a mi mismo sangrando de tanto luchar, colgado de las manos al pilar, suplicando que no lo destruyera...

Pero no. Tomó el mazo y con firmeza y con fuerza me rompió las piernas y la base del último pilar fue destruido; el pilar se derribó y yo caí con él.

Mis ropajes ensangrentados y rotosos, mis lágrimas desconsoladas, ni nada parecía conmoverla...

Agarró el puñal en cuya empuñadura estaba escrito "Agión", y con ambas manos lo hundió profundamente en mi pecho, los desgarró y fue hasta el vientre abriéndolo por completo... yo estaba tirado en el suelo gimiendo de dolor y gritaba: "yo te amo, te amo!!"

Y ella con su mirada de piedra ni se inmutó. Me escupió y dijo; "no te puedo amar, no me importa un carajo lo que te pase, olvidáte de mi, no te hagas del sufrido, yo sufro más estándo a tu lado"

Yo lo único que le dije fue "te amo" una vez más... y ella, en un arrebato repentino, tomó mi corazón destrozado en sus manos y lo hizo trizas, luego lo pisoteó y ahí fue cuando morí, justo después el septuamundo, mi mundo interior, fue destruido por completo...