“Considerándose sin duda Leonia demasiado crecida para jugar a muñecas, vino un día a nuestro encuentro con una cesta llena de vestidos, de bonitos retazos de telas y otros adornos, y acostadita encima de todo, su muñeca. —Tomad, hermanitas, escoged lo que queráis— nos dijo. Celina echó una ojeada sobre todo aquello y eligió un ovillo de cordoncillo de seda. Yo, tras un momento de reflexión, alargué la mano a mi vez, diciendo: «¡Yo lo escogo todo!» y sin más cumplidos me llevé la cesta y la muñeca. Este rasgo de mi infancia resume, por decirlo así, mi vida entera. Cuando vislumbré más tarde la perfección, comprendía que, para llegar a ser santa, era preciso padecer muchísimo, aspirar siempre a lo más perfecto y olvidarse de sí misma. Comprendía que en la santidad hay muchos grados de perfección, y que el alma es libre de responder como quiera las insinuaciones de Nuestro Señor, de hacer poco o mucho por su amor; en una palabra: que puede escoger entre dos sacrificios que Él pide. Entonces, como en los días de mi niñez exclamé: —¡Dios mío, lo escojo todo! No quiero ser santa a medias; no tengo miedo de sufrir por Vos; tan solo temo una cosa: conservar mi voluntad; tomadla, pues «escojo lo que vos queréis»”Canción: No quiero ser santa a medias. Intérprete Luis Alfredo Díaz.
Historia De Un Alma,Capítulo 1
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