26/11/09

Recuerdos de una noche triste

La lámpara enhiesta, por sobre mi cabizbaja semblante cargada de lágrimas rebosantes; erguido igualmente el lápiz entre mi mano y mi mente.... testigos ambos de un dolor lúgubre y silente...

Apenas ha nacido la noche, y en su cotidiano y abismal sincretismo de rotas notas muertas que resbalan por el raro aire oscuro, se divisa, plácida y quieta, una lágrima de rostro titilante.

El viento se lleva tropezante, restos de coplas y compases de foráneos lenguajes.

El portador acumiado de tinta y palabras despide el acíbar hedor de amargura.

Ademanes falaces, miradas borradas, y no sólo por la noche oscura...

También el recuerdo claro y limpio de aquel alborozo que cambió mi vida se apaga como la chispa que encendió un día mi más tierna ilusión...

El dulce céfiro es testigo susurrante de mi desdicha... y yo, simplemente dejo fluir mi llanto acongojado...

El tiempo... ni siquiera él mismo tiene tiempo... vuela, simplemente se escapa como arena entre los dedos de un pequeño niño que sin percatarse ya se ha convertido en adulto...

En mi gris alcoba, inmerso en lágrimas que mueren en manos de la saciedad de mi famélica almohada, discurren recuerdos... sutiles reminiscencias guardadas en algún olvidado cajón de mi mente.

Pero en todas y cada una de ellas se denota un distintivo común: mi soledad taciturna y fría en todos los casos.... y yo, lentamente me extingo ahogado en ella...
Este texto es un fragmento de mi diario personal del sábado 2 de julio de 2005. Sigo sintiendo lo mismo, la misma soledad de entonces, sólo que más fuerte ahora que nunca...