Recuerdos perdidos de una lucha dormida
en un triste estante de esta soledad.
Me inunda el deseo de volver a mirarte
a los ojos con deseos de poderte adorar.
Y me hundo muy triste en mi gran agonía,
y me asombro al ver que puedo continuar
desglosando más lágrimas agrias en vano
y sintiendo a mi alma morir sin piedad.
Te suplico vida mía, no me dejes ahora;
no ves que en tu ausencia mi vida acabará
como chispa que muere lentamente en olvido
al alejarse la llama con gran ansiedad.
Y el voraz subterfugio que me das para irte
no tiene ni un sentido ni jamás la tendrá;
pues me dejas perdido sin entender siquiera
si es por lo que dije la razón porque te vas.
Y te fuiste rápida y fugaz como viniste
Lo malo es que nunca, jamás tú supiste
que al dejarme condenas a muerte en verdad
pues pronto he de morir en esta gran soledad.
en un triste estante de esta soledad.
Me inunda el deseo de volver a mirarte
a los ojos con deseos de poderte adorar.
Y me hundo muy triste en mi gran agonía,
y me asombro al ver que puedo continuar
desglosando más lágrimas agrias en vano
y sintiendo a mi alma morir sin piedad.
Te suplico vida mía, no me dejes ahora;
no ves que en tu ausencia mi vida acabará
como chispa que muere lentamente en olvido
al alejarse la llama con gran ansiedad.
Y el voraz subterfugio que me das para irte
no tiene ni un sentido ni jamás la tendrá;
pues me dejas perdido sin entender siquiera
si es por lo que dije la razón porque te vas.
Y te fuiste rápida y fugaz como viniste
Lo malo es que nunca, jamás tú supiste
que al dejarme condenas a muerte en verdad
pues pronto he de morir en esta gran soledad.
Copyright © 2009 Victor Emanuel Ortiz
Este poema lo escribí en mi época de estudiante y habla sobre una chica que nunca me hizo caso pero que de todas formas amé con todo mi corazón.
Y ella se fue. Y ya no volví a verla...