10/09/11

Sobre libros, barcos y esperas...

Hace un par de días llamé a una librería de Asunción para averiguar el costo de un libro publicado hace casi poco más de dos meses y me dijeron: “No tenemos, pero ya hicimos el pedido, a fin de mes ya vamos a tener

Y me empecé a preguntar, ¿cómo es eso de que “a fin de mes” van a tener? Veo precios en internet por todos lados, veo que se vende en otras librerías de países de la región y otras de Latinoamérica. En fin, no le di mucha vuelta al asunto hasta que recordé algo que podría clasificarse como una anécdota.

En la mitad de la primera mitad (valga la redundancia) de este año, aproveché la ocasión y viajé para el cumpleaños de una prima que vive en Buenos Aires, un par de semanitas de vacaciones” para tantos problemas y cosas, miles de cosas, que tengo en la cabeza. Aparte del cumpleaños gracias a mi tía pude recorrer algunos lugares famosos de la capital y al mismo tiempo darnos unas vueltas por algunas librerías en búsqueda de un libro que, tal como conté más arriba, tampoco mamá no podía comprar porque recién tendrían en stock en X meses.
Antes de ir a Buenos Aires, leí noticias de un libro que, entre otras cosas, se había publicado una semana antes de mi salida, además de detalles como “la editorial ha preparado tantos miles de ejemplares en tapa blanda para ser enviados a Latinoamérica” o “los libros a venderse en Europa serán con tapa dura” y cosas así. Supuse en ese momento que era para abaratar costos o qué se yo, porque si iban a venderlos con tapa blanda pensé en ese momento que quizá serían ejemplares más baratos; ese tipo de ideas se me cruzaron por la mente al leer informaciones sobre el libro.

Pues bueno, en pleno centro de la capital de Argentina, vi ese libro del que tanto se había hablado en casi todas las vitrinas de librerías y, como me quedé con ganas tremendas de leerlo, y como casi en voz baja decía “cómo me gustaría leer ese libro”; digo casi porque mi tía me oyó y tal fue así que preguntó a la dependiente “¿cuánto cuesta ese libro?” lo tomó y me dijo: “este regalo es para vos”. Yo quedé como embelesado, el costo del libro seguro estaba por las nubes (por ser un libro nuevo) pero me lo devoré en unos cuantos días y estaba muy agradecido.

Al volver a casa miré algunos diarios digitales nacionales y mencionaban el libro. Lo que no mencionaban claramente es que aún no estaba vendiéndose en Paraguay. Es decir, yo era el único en el país que tenía un ejemplar de ese libro.
Una persona de confianza me pidió que le hiciera saber a mi tía que quería una copia del libro, que le pagaría los gastos de envío y toda la cosa. Pero pensé… “me parece que serán muchos trámites, además molestarla con eso, mejor espero” Y esperé. Y esperé…

Y no había caso, llamaba a la librería y decían, “están viniendo algunos ejemplares desde España en barco, los tendremos a fin de mes”. ¿Barco? ¿Cómo que barco?, pensé yo…

Así es, es por eso tardaban mucho los ejemplares en llegar, porque venían en barco. Ah bueno, eso lo explica todo.

Pero hubo un detalle que me llamó la atención. Pasaron cerca de tres meses desde la compra de aquel libro en Argentina, era seguro que ahora sí ya tenían en su catálogo. Llamadas vienen, llamadas van: sí, ya lo tienen. Pero en tapa dura y mucho más barato que el comprado en Argentina.

¿Qué no era que los de tapa dura sólo se venderían en Europa? Ahí recordé “están viniendo algunos ejemplares desde España” o sea de los que se venden en Europa. Y como ya no es una “primicia” –ya pasaron varios meses de su publicación– lo estaban vendiendo a un menor precio.

Ahí me puse a pensar, ¿esperar es el camino? Siempre nos llegan acá las cosas con bastante atraso, muy tarde. Por decir, algún producto electrónico que es último modelo en el país de origen, cuando nos llegan acá, ahí ya es de la época de sus tatarabuelas.

Pero si es antigüito, si ya no es la última novedad, entonces lo venden más barato y eso en mi humilde opinión es más beneficioso. Por eso me pregunto, por qué algunos se empeñan en tener siempre “lo último”, “el último modelo” si al fin y al cabo si se espera se podrá tener en las manos a menor precio cuando haya dejado de ser “lo último”.

Claro, la gente quiere lo novedoso, y supongo que en algunos casos está bien (siempre es mejor tener la última versión de nuestro software favorito, por ejemplo, a no ser que sea un bloatware) pero en cosas físicas (como productos electrónicos) a veces no le veo mucho sentido. Siempre es más caro si es más nuevo. Y en donde falta plata, pues… Bueno, pero si tenés plata ya es otro cantar.

Aunque no sé, estos son sólo divagues míos en momentos en que trato de no pensar demasiado y a pesar de eso mi mente desborda en pensamientos hasta diría yo un tanto trillados que quizá a pocos o a nadie le importen.
Mientras tanto voy a esperar (de nuevo) hasta fin de mes para comprar el libro que estoy queriendo.

Post data: Si bien podría comprar por internet (no lo venden tan caro) no tengo tarjeta de crédito ni PayPal ni todas esas chucherías que son necesarias para comprar algo por la web.

Pero ya diría aquel refrán: «La paciencia –en este caso la espera– tal vez será amarga, pero sus frutos son dulces»


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