Hoy en día parece que la nueva moda es ser ateo y que ser creyente es ser del “viejazo”. Pero nunca te preguntaste ¿por qué el ateo se pasa hablando de Dios, Dios, Dios, todo el tiempo si –se supone– no existe?
Es un contrasentido tan grande que cuando alguien me dice ser ateo empiezo a desconfiar de la seriedad de esa persona.
Y hablan mal de la religión, como si fuera la peor cosa del mundo olvidándose que ser religioso es algo innato, natural en el ser humano y que no serlo no lo es. Ser religioso está en la naturaleza del ser humano, negar esto es desconocimiento de varias de las ciencias que estudian al hombre.
Y suelen hablar tan mal de la religión que se convierten en lo que critican (el fanatismo o fundamentalismo religioso, por ejemplo) porque ser ateo generalmente es sinónimo de fundamentalista antirreligioso o fanático antirreligioso.
Que la religión esto, que la religión aquello, que Dios lo otro, y no paran de hablar de eso, no dejan de decir, hasta dirían tal vez “Por culpa de Dios –que por cierto no existe– llantó una de las ruedas de mi auto esta mañana”
Si realmente no existe, entonces, ¿para qué se la pasan hablando de Dios día y noche? Esa pregunta me la hago todo el tiempo.
Es un contrasentido tan grande que cuando alguien me dice ser ateo empiezo a desconfiar de la seriedad de esa persona.
Y hablan mal de la religión, como si fuera la peor cosa del mundo olvidándose que ser religioso es algo innato, natural en el ser humano y que no serlo no lo es. Ser religioso está en la naturaleza del ser humano, negar esto es desconocimiento de varias de las ciencias que estudian al hombre.
Y suelen hablar tan mal de la religión que se convierten en lo que critican (el fanatismo o fundamentalismo religioso, por ejemplo) porque ser ateo generalmente es sinónimo de fundamentalista antirreligioso o fanático antirreligioso.
Que la religión esto, que la religión aquello, que Dios lo otro, y no paran de hablar de eso, no dejan de decir, hasta dirían tal vez “Por culpa de Dios –que por cierto no existe– llantó una de las ruedas de mi auto esta mañana”
Si realmente no existe, entonces, ¿para qué se la pasan hablando de Dios día y noche? Esa pregunta me la hago todo el tiempo.