27/08/11

Fanáticos antirreligiosos: la nueva moda

Hoy en día parece que la nueva moda es ser ateo y que ser creyente es ser del “viejazo”. Pero nunca te preguntaste ¿por qué el ateo se pasa hablando de Dios, Dios, Dios, todo el tiempo si –se supone– no existe?

Es un contrasentido tan grande que cuando alguien me dice ser ateo empiezo a desconfiar de la seriedad de esa persona.

Y hablan mal de la religión, como si fuera la peor cosa del mundo olvidándose que ser religioso es algo innato, natural en el ser humano y que no serlo no lo es. Ser religioso está en la naturaleza del ser humano, negar esto es desconocimiento de varias de las ciencias que estudian al hombre.

Y suelen hablar tan mal de la religión que se convierten en lo que critican (el fanatismo o fundamentalismo religioso, por ejemplo) porque ser ateo generalmente es sinónimo de fundamentalista antirreligioso o fanático antirreligioso.

Que la religión esto, que la religión aquello, que Dios lo otro, y no paran de hablar de eso, no dejan de decir, hasta dirían tal vez “Por culpa de Dios –que por cierto no existe– llantó una de las ruedas de mi auto esta mañana”

Si realmente no existe, entonces, ¿para qué se la pasan hablando de Dios día y noche? Esa pregunta me la hago todo el tiempo.

24/08/11

Todo pasa... (cuento)

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total y que ayude a mis herederos y a los herederos de mis herederos para siempre.

Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podían haber escrito grandes tratados, pero debían darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total.

Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre.

La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó del él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia.

El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y este le dijo: