26/09/10

El mar: fragmentos de recuerdos

Si hay algo que no voy a olvidar jamás es el mar. El océano. Brillante, azul más que el cielo. Casi eterno.

La primera vez que vi el mar tenía ocho, cerca de cumplir nueve años. En esa época empecé a devorar libros. Tragaba cuanto texto se ponía enfrente. Libros de ciencia, de poesía... Había leído algo sobre el mar, pero nada me preparó para lo que viví en aquella época.

Finales de diciembre. La primera vez que salía fuera del país. Las vacaciones. Me quedan muy pocos recuerdos del viaje en sí.

Luego de una breve estadía en un barrio de Gran Buenos Aires donde pasamos el año nuevo entre las llamadas colitas de dragón (que no tienen nada que ver con nuestros fosforitos) y otros fuegos de artificio, fuimos a una localidad costera ubicada a unos veinte quilómetros de Mar del Plata, llamada Santa Clara del Mar.

Partimos de mañanita en dos grupos: Los papás y los niños en un auto y los demás que no entraron en el coche en un colectivo. Por algún extraño motivo tomamos la ruta equivocada y en vez de virar al sur, a la derecha, en la ruta principal fuimos al noroeste hasta llegada la tarde.

-Es hacia el otro lado -dije varias veces mirando el mapa, pero como nunca me escuchaban sólo suspiré con un ademán de desaprobación.

Sesenta quilómetros más tarde, cerca de una plantación de bambú o quizá tacuara, y luego de que mi viejo arreglara un desperfecto en el motor con un solo-Dios-sabe-qué-cosa- que encontró por ahí tirado y de convencerse todos de retroceder al ver que el cartel de bienvenida a Luján ya parecía algo raro alguien del grupo tuvo la ingente idea de preguntar a un transeúnte:

-¿Para llegar a Mar del Plata?
-Siga por el mismo camino, al llegar a la intersección de [no-recuerdo-qué] vire a la derecha.

En fin. El sol ya se ocultaba, casi caía sobre nosotros la noche cuando llegamos a Santa Clara.

Y ahí fue cuando, a lo lejos, lo vi. Azul marino, cuadras abajo. Esa visión parecía en cámara lenta.

¿Pero a qué vienen todos estos retazos de recuerdos?
Una viñeta que vi en el sitio KarloHumor me trajo un recuerdo en específico.

Fijáte con cuidado en este imagen (clic encima para ampliarla):
Enfrentándose al MarCumplí nueve en esos primeros días de enero. Ya me había enfrentado al mar antes y como era costumbre fui a la playa pero esta vez sin mi salvavidas (idéntico al de la dibujo sólo que era un dragón color verde limón), ya que lo consideraba molesto.

Estaba yo ahí tranquilo en el agua, me llegaba hasta la cintura, cuando de repente sentí como si una calma tenebrosa acechara desde el océano.

Vi por un costado cómo toda la gente -más que nada mujeres y niños- salía casi despavorida del agua. Por el otro lado y de reojo un montón de surfistas al contrario, iban corriendo hacia el interior del mar.

También intenté salir... pero no pude. Una fuerza descomunal me arrastraba hacia adentro, mientras más luchaba era más difícil. Fue inútil.

Luego se puso como si fuera oscuro. Era la sombra de una súper gigantesca ola de quien sabe cuántos metros de altura, y al darme vuelta hacia el océano, miré hacia arriba y vi a la bestia justo a los ojos.

Es fácil imaginarse si tuvieras que enfrentarte en la playa a la gran ola de la película surcoreana HaeUnDae, pero con la diferencia de no poder moverte medio milímetro a causa del terror. Claro, era un niño, yo así lo sentí :S

Y luego... como una explosión. Esa monstruosidad me aplastó sin piedad. Vi burbujas y arena en un conjunto desordenado de remolinos tormentosos.

Después ya no entendí más qué pasó... Tenía la cadera derecha ensangrentada. Aparentemente el océano me escupió con toda su furia contra la playa, raspándome contra ella en el proceso.

Desde entonces al mar lo respeto... :P

Tengo muchos recuerdos hermosos de aquel viaje. Pero quería compartir sólo un poquito.

Poco más de una década después, mi frase "lo más hermoso que he visto en mi vida es el azul del mar" pasó a ser "lo segundo más hermoso que he visto es el azul del mar..."

Pero esa es otra historia... ;)