30/07/10

La operación

En mi vida he tenido años buenos y también años que podría llamarlos malos. Malos en cuanto a mi salud.

Digamos que por alguna razón lo físico no es mi fuerte.

Uno de mis años negros fue el dos mil cuatro. Había intentado ingresar al CTN en vano (no pude ingresar por medio punto, literalmente, aunque al año siguiente volví a probar e ingresé magna cum laude) y no pude entrar a un colegio decente a tiempo. Qué le iba a hacer, tenía que continuar estudiando y ya era marzo, casi abril, y no me aceptaban en ningún lado. La única opción fue un colegio privado de muy mal nombre y que menos mal ya he olvidado por completo.

Todo iba bien, considerado por todos como uno de los mejores alumnos (claro, era el único que hacía las tareas y esas coas, el único perdido diría yo) hasta que de repente caí enfermo.

Todo pasó tan rápido que casi ya ni lo recuerdo.

Aunque hay cosas que no se olvidan. Como todo lo que pasó antes de llegar al punto de tener que operarme, y durante la operación.
QuirofanoEsta es una transcripción de mi diario personal fechado en septiembre de aquel año...
(...)Es terrible estar enfermo... y es más fácil preguntarme que qué no tuve que preguntarme de qué es lo que ya estuve enfermo porque sería más corto.

Ahora llegó la gota que colmó el vaso y me dejó incompleto (por así decirlo): Apendicitis.

Ya había tenido una especie de de "comienzo" que me "curé" con remedios yuyos... Pero de las comillas es de lo que yo me había olvidado. El martes yo fui a verla a ella, y el viernes ya no pude ir siquiera a la escuela.

Todo comenzó así, de repente. Me dolía demasiado el vientre e iba al baño cada rato, que incluso me deshidraté por completo. El 23 fui al hospital, al Metropolitan y me internaron de inmediato.

Si no hubiera ido junto con don Brítez, el viejo médico yuyo de hacia Marquetalia, y si no me hubiera él puesto las compresas de agua fría (y eso que hacía frío) en el vientre a la altura del apéndice, y si no me hubiera dado esos remedios yuyos mi apéndice habría estallado esa misma noche del domingo, porque estaba muy grave.

Ese lunes no tomé ni comí nada de nada. Fue horrible. Me clavaron el punzocath o como se llame 3 veces porque o quedaba y recién en la última acertaron la arteria que buscaban. Me rellenaron con sueros y antibióticos. Tenía una sed increíble y ni aún así un solo trago de agua me dieron.

Vino el médico cirujano y me dijo que estaba grave y que me operaría esa misma noche (yo ingresé a la mañana)

Al menos la deprimente sala 3 no estaba tan mal. El televisor por suerte tenía control remoto. Pero el verde clarito-oscuro (común en los hospitales) y la luz "a media luz" me estaba matando.

Estaba, digamos, nervioso cuando entré (o deberia decir me ingresaron) al quirófano.

Estaban esos "ovnis", esas luces a modo de antenas parabólicas encima de mi.

A mi derecha, mi pañuelo azul (cada vez que me operan llevo un pañuelo en la mano porque sudo), y a la izquierda, en mi brazo, todos esos tubos del suero y compañía. Atrás de mí, o sea, hacia mi cabeza, una máquina enorme y negra con tubos numerados de colores que parecían termómetros grandes con rayitas y números, azul, verde, amarillo, rojo, además de los monitores y equipos desconocidos para mí.

Me pusieron los electrodos en el pecho. Supongo que son para revisar mi pulso cardíaco; estaban conectados al conjunto de máquinas con pantallas que mencioné antes.

Luego, oscuridad, lentamente se fue haciendo oscuro; sentí un mareo y no recuerdo más. No fue como la última vez que me internaron y operaron. Esa ocasión vi chispitas negras antes de no recordar nada y despertarme en la sala sin poder moverme.

Al volver del quirófano a la sala de internación me "medio desperté". Según me contaron decía incoherencias y hasta groserías (y yo que intento no decirlas). Habían dicho mi mama y mi papá que una de las enfermeras dijo por mí que "aún no está en sí, no sabe lo que está diciendo". Esa noche, según me contaron fue terrible...

A la mañana siguiente desperté y estaba con una venda o gasa sobre ese sector, desde la altura del inicio de mi pierna (o sea mi ingle) hasta mi ombligo.

Me dijeron que me habían puesto algo llamado dren o lo que sea. Llegué con peritonitis así que me hicieron un agujero debajo de la herida de la apendisectomía para que por una especie de tubito flexible como cuello de globo o como esos globos largos que se usan para hacer animalitos, saliera la inflamación que era algo amarillento que salía cuando me movía.

Estuve internado una semana. Me dieron de alta pero no pude salir de casa porque al darme de alta el doctor me dejó con el "drenaje" en el vientre.

Ocho días después de la operación me extirparon el dren. Fue cosa de segundos: lo enrolló en una gasa y lo sacó, enrollándolo en la misma. Limpió y me dijo: "esto se va a curar solo"

Hoy es ocho de septiembre y no veo aún el día que se cure. Tengo un agujero en el vientre y más cicatrices que rambo sólo en ese lugar...

En los últimos nueve meses me interné tres veces. Primero hepatitis que jamás diagnosticaron como tal y hasta los doctores se rascaban la cabeza al mirar los resultados porque no entendían qué tenía. Luego gastroenteritis no se qué, y después todos los "itis" juntos uno detrás de otro.

Pero voy a comenzar de nuevo el próximo año. Mejor, sano...
Y sí... Doy gracias a Dios que hoy por hoy estoy bastante sano. Me resfrío a veces y este frío no ayuda mucho. Pero en general estoy muy bien. Y también que no continué en ese horrible colegio. Luego pasé por el CNSL (lugar del que tengo recuerdos ¿gratos?) y volví después al Saturio para terminar ahí.

Pero ahora el tema es con lo de las pastillas (los antidepresivos esos). Dejé de tomarlos, ¿cierto?. No los necesito más, dijo la doctora.

Pero a veces me siento demasiado triste. Demasiado ¿solo?...

El día de la amistad -que no, no es el día del amigo, es día de la amistad- la pasé más solo que trébol de cuatro hojas en medio del Sahara y más aburrido que relato de partido de ajedrez por radio... :(

Imagen via